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Les biches

Les biches

Frédérique, una mujer rica, seduce a una chica llamada Why que se gana la vida pintando en las calles de París. Se la lleva a vivir a su villa en Saint Tropez y ambas inician una relación lésbica. Durante una fiesta, Why conoce al arquitecto Paul Thomas y pasa la noche con él. Celosa, Frédérique seduce a Paul para vengarse de Why, pero eventualmente se encariña de él. La relación entre los tres se complica hasta que Why adopta una dramática resolución.

Claude Chabrol (1968) | En IMDB

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Este film presenta a dos personajes femeninos opuestos, asignándole a Frédérique un rol «masculino» y a Why un rol «femenino». Frédérique actúa prácticamente como un hombre: juega al póker, fuma en puro, es amante de la caza, administra ella misma sus propiedades y su dinero, y sus formas ostentan determinación, dureza y poder. Why, por su lado, pese a que en un primer momento se muestra algo más fuerte e independiente, tras entrar en la órbita de Frédérique se convierte en un ser dulce, sumiso y servicial, que además se dedica a algo (la pintura) que no le asegura la subsistencia pero que la satisface emocionalmente. Pero sin duda lo más interesante de Why es que utiliza el sexo para garantizarse recursos que de otro modo no podría obtener, y que además posteriormente soporta la humillación a condición de poder seguir disfrutando de esos recursos.

Este último hecho enlaza con las teorías expuestas por Helen Fisher en su ensayo "Anatomía del amor", en el que, entre otras cosas, trata de analizar las estrategias reproductivas adoptadas evolutivamente por cada uno de los sexos. Una de sus premisas es que la estrategia reproductiva primaria de los hombres se basa en la inseminación del mayor número de hembras fértiles posible para asegurar la producción de muchos vástagos genéticamente variados (y por tanto con más probabilidades de sobrevivir), mientras que la de las mujeres, lejos de anclarse en la inseminación frecuente, se centra más bien en la obtención de recursos y beneficios que garanticen su propia supervivencia y la de su prole. Según Fisher, el motivo de la adopción de diferentes estrategias evolutivas vendría dado por la distinta inversión biológica que la procreación supone para hombres y mujeres: mientras que la labor de procrear termina para ellos en el momento en que inseminan a la hembra, a la mujer, por el contrario, tras la inseminación le esperan nueve meses de cargar y alimentar al niño en su vientre, un parto doloroso en el que deberá poner mucho de su parte, y una larga fase de lactancia que puede durar varios meses o incluso años. Es comprensible, por tanto, que la inseminación frecuente no forme parte de la estrategia reproductiva primaria de las hembras.

Todo esto explicaría que los hombres se sintieran sexualmente atraídos por mujeres jóvenes, mientras que para las mujeres sería la existencia de recursos (económicos, materiales o intelectuales) lo que principalmente despertaría su interés sexual. Esta estrategia femenina de búsqueda de recursos podría tomar, según Fisher, dos formas alternativas: o bien la hembra le sería relativamente fiel a una sola pareja de la que obtendría muchos recursos y beneficios, o bien le sería infiel y obtendría recursos variados de muchas parejas distintas a la vez. En cualquiera de los dos casos, lo destacable es que para Fisher la búsqueda de recursos se encuentra en la base del interés sexual femenino por otra persona. A la luz de estas ideas, no es sorprendente que Why, una chica sin recursos que al principio se muestra insumisa y se hace la dura ante las insinuaciones de Frédérique, ceda finalmente a sus pretensiones y, de manera literal, le ofrezca favores sexuales a cambio de una vida mejor. Gracias a estos favores, Why pasa de estar en la calle a vivir mantenida en una casa de ensueño, con su propia habitación, ropa nueva y dinero para sus gastos, y con tiempo y facilidades para seguir pintando. La moneda de cambio es únicamente la satisfacción de los deseos sexuales de su amiga.

El problema surge cuando empieza a hacerse patente que tras ese idílico intercambio de favores hay una fuerte jerarquía dominada por Frédérique. Why poco a poco se convierte en un ser dependiente, que se ve en el compromiso de satisfacer los caprichos de su amiga como muestra de agradecimiento. Esta situación genera las primeras incomodidades la noche en que tiene lugar la infidelidad de Why, velada en la que, tras percibir el coqueteo entre Paul y Why, Frédérique intenta ponerla en su sitio dándole órdenes para recordarle quién manda. Somos testigos entonces de una lucha de poderes en la que Why utiliza el único poder que tiene sobre Frédérique para plantarle cara (el sexual), y en la que Frédérique echa mano del único poder que tiene sobre Why para intentar constreñir su conducta (el económico). En este sentido, la infidelidad de Why quiere ser una afirmación personal, una ostentación de poder sexual ante la conducta abusiva de su amiga. Why gana este primer asalto: ignorando a voluntad el devenir de su bienestar material, se acuesta con Paul y regresa a la mañana siguiente radiante y llena de nuevas emociones. Lo que no sabe es que para entonces Frédérique ya ha maquinado el segundo asalto, del que sin duda resultará vencedora.

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La venganza de Frédérique consiste en seducir a Paul, en un principio movida por el afán de castigo y el despecho pero, sobre todo, por una clara voluntad de ostentar ante Why no sólo su poder económico, sino también su poder sexual. De nuevo estamos ante una lucha de poderes, pero esta vez Frédérique deja claras dos cosas: primero, que aunque no tenga el poder sexual suficiente para seducir verdaderamente a Why, sí lo tiene para seducir a un hombre; y segundo, que además tiene el poder económico suficiente no sólo para tener a Why atrapada, sino también para lograr que el arquitecto se interese por mantener una relación a largo plazo con ella, algo que a lo que Why aspiraba pero no consigue. Su victoria es por tanto triple: vence en poder económico, vence en poder sexual y, a modo de bofetón final, le roba a Why la relación duradera que ésta anhelaba.

Las cosas se complican cuando Frédérique se declara enamorada de Paul y le propone venir a vivir a la villa con ellas. No queda muy claro si Frédérique está realmente encariñada del arquitecto o si la propuesta de convivencia va más encaminada a herir los sentimientos de Why, aunque en definitiva una cosa le sirve para la otra. Why se enfrenta aquí a una triangulación enfermiza en la que a ella le toca el rol del perrito faldero. Y en este sentido, es muy revelador que lo primero que pregunte Why al enterarse de la relación entre Paul y Frédérique es si ella puede seguir viviendo en la casa; es decir, se muestra dispuesta a soportar la humillación de ser arrinconada a condición de seguir disfrutando de los recursos ya obtenidos.

El poder de Frédérique queda así constatado, y ella aprovecha esa constatación para llevar la humillación a cotas cada vez más altas, hasta convertir a Why en una marioneta a su merced. La pesadilla para Why es doble: su «marido» (que es una mujer) le es infiel con su propio amante, pero ambos la siguen manteniendo a condición de que les deje seguir siendo infieles. Llega un momento, sin embargo, en que la esquizofrénica situación de desear a la vez a dos personas de distinto sexo provoca en Why un trastorno de personalidad: no sabe si quiere ser Frédérique para gustarle a Paul, o si quiere seguir siendo ella misma para gustarle a Frédérique. Finalmente, el trastorno y la sensación de servidumbre, manipulación e insignificancia llevan a Why a deshacerse de ambos. De nuevo, la historia acaba en tragedia.

El desenlace trágico es, de hecho, uno de los tópicos que aparecen en esta historia: como no podía ser de otro modo, la infidelidad de Why (la «mujer» de la pareja) es el detonante de una cadena de sucesos con final desastroso. El otro lugar común que aparece en el film es la justificación de la infidelidad de las dos mujeres. Why es infiel porque no está enamorada de Frédérique: sólo está con ella por su dinero. Y además, el contexto de lucha de poder en que se produce su infidelidad nos lleva a preguntarnos si ésta hubiera tenido lugar en caso de que Frédérique no la hubiera tratado como a un objeto de su propiedad, despertando en Why la voluntad de darle una lección. Por su parte, la infidelidad de Frédérique nace ostentosamente del afán de vengarse de Why, y ese afán permanece y se sofistica hasta el final de la película. Se asignan por tanto a las traiciones de ambas unas motivaciones que están en línea con los tópicos más cuestionables asociados a la infidelidad femenina: infelicidad, afán de castigo y sed de venganza.




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