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Stephen es un reputado ministro inglés, casado y con dos hijos. Su primogénito Martyn, periodista de política, anuncia a sus padres una visita, durante la que quiere presentarles a su nueva novia Anna. Anna es una mujer segura e independiente, misteriosa, sensual y algo exótica. La madre de Martyn desconfía de ella, pero su padre, Stephen, queda prendado de Anna e inicia con ella una relación clandestina.
Louis Malle (1992) | En IMDB
Anna desprende un aura de misterio y un magnético atractivo al que los hombres que la conocen encuentran difícil resistirse. No es particularmente bella, pero constituye una especie de fascinante isla independiente que se maneja sola y que transpira sensualidad, y los hombres caen en la tentación de querer atraparla y hacerla suya. Y, por supuesto, el hecho de no conseguirlo les vuelve aún más locos por ella.
El siguiente fragmento muestra el desarrollo de una cita en el parque entre Anna, la protagonista, y Stephen, su amante y padre de su novio. Muy sutilmente, Louis Malle detalla con un movimiento de cámara la reacción de Anna a la teóricamente sensata proposición de Stephen:
Como vemos, la película se centra en una mujer infiel capaz de integrar la infidelidad en su vida sin problemas. De hecho, no sólo integra la infidelidad en su vida, sino que insiste en mantener su doble vida pese a que su amante le propone formalizar su relación. Anna es libre en su sexualidad y quiere seguir siéndolo; no busca sustituir una relación por la otra, sino seguir perpetuando las dos de manera paralela e indefinida. Y es que en la infidelidad de Anna no hay justificación aparente: no es infeliz en su vida de pareja, ni actúa movida por ningún afán punitivo. Simplemente, busca disfrutar de su poder sexual y utilizarlo tanto como pueda para provocar, sutil y hábilmente, el inicio de nuevas aventuras.
Sin embargo, pese a la conciliada doble vida femenina que expone el film, esta historia ejemplifica también un lugar común en la concepción de la infidelidad femenina: la supuesta maldición que traen consigo las mujeres infieles, cuyo adulterio suele ir acompañado de la destrucción de sus parejas y/o amantes. Esta idea aparece reflejada en un gran número de representaciones, hasta el punto de que, en general, la representación de la infidelidad femenina suele aparecer asociada a la muerte o caída en desgracia de los hombres que la sufren, algo que no sucede en la representación de la infidelidad masculina. De hecho, este recurso se reitera tan a menudo que acaba convirtiéndose en un símbolo unánime, como si para los hombres la infidelidad de sus mujeres supusiera realmente la destrucción de su ego, la disolución absoluta de su identidad masculina.
Así, en esta historia, por ejemplo, todos los hombres que quieren «atrapar» a esa isla sensual e independiente llamada Anna mueren o caen en desgracia: su propio hermano se suicida por un amor hacia ella no correspondido; su prometido muere por accidente al descubrir la infidelidad; y su amante, hasta entonces un respetado ministro, se ve obligado a dimitir ante el escándalo y se exilia en los confines geográficos del mundo. El único que sobrevive (y esto no es casual) es Peter, el mejor amigo de Anna y su pareja on-off durante años, que es también el único que la conoce lo suficiente como para entender que la infidelidad, el disfrute de su sexualidad y la atracción por la experiencia del peligro forman parte de la personalidad de Anna, y que si quiere de algún modo «tenerla» (o «mantenerla») deberá aceptar que le sea infiel.
En contraposición, en la representación de la infidelidad masculina las mujeres siempre o casi siempre sobreviven. De un modo u otro, se adaptan a la nueva situación. Algunas de ellas ya se lo esperaban, y el descubrimiento de la infidelidad no es más que la confirmación de lo que se venían temiendo; otras se sienten destrozadas, pero tras un período de duelo reaccionan y toman las riendas: o echan a su marido de casa, o se van ellas (con o sin niños); y al cabo de un tiempo vuelven a encontrar una nueva pareja que sustituye a la anterior. Lo que invita a llegar a la conclusión de que quizá las mujeres no dependen tanto de los hombres como ellos de ellas. Quizá las mujeres son supervivientes natas, mientras que los hombres son cazadores a vida o muerte: o lo apuestan todo, o no apuestan nada.
En resumen, "Damage" es un film interesante por el tipo de mujer infiel que muestra en pantalla: una mujer que es infiel principalmente por el placer de experimentar su poder sexual, que no tiene una causa de fuerza mayor para serlo, que opta por perpetuar esa doble vida en lugar de buscar la monogamia, y que obtiene controlar a (y beneficiarse de) dos hombres que socialmente se sitúan en bandos opuestos, que emocionalmente son muy distintos, pero que, a la vez, son muy cercanos y parecidos entre sí al ser padre e hijo.
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